sábado, 13 de diciembre de 2008

UNA BREVE VISIÓN DE CHINA


Una breve visión de China
Samuel F. Velarde


Introducción
En un mundo global como el que nos está tocando vivir, donde los acontecimientos internacionales suscitan varias preocupaciones no solamente para los especialistas en la materia, sino también para los gobiernos, empresas multinacionales, universidades, organismos internacionales y para las mismas sociedades, precisa entender este movimiento constante de lo que ocurre en el mundo. El presente ensayo procurará explicar desde la vertiente de una disciplina social, un tema estratégico y realmente apasionante: China.
Hablar hoy en día de la Teoría de las Relaciones Internacionales (TRI a partir de aquí), es analizar la serie de corrientes de pensamiento que enmarcan a esta interesante disciplina dentro de las Ciencias Sociales. Corrientes que de alguna manera se diferencian unas de las otras por su abordaje del objeto de estudio: las relaciones entre estados soberanos, sin embargo esas relaciones entre los estados, se dan en escenarios o contextos históricos diferentes, o perspectivas también disímbolas. Que van desde presentar al mundo como un espacio de posibilidades armónicas (idealismo), pasando por quienes lo observan como un lugar de anarquía e incertidumbre (realismo), hasta aquellos que toman en consideración factores aparentemente tan subjetivos como las conductas individuales, cultura o simbolismos, que inciden en los comportamientos del estado (constructivismo). Finalmente las añadiduras neo, que al menos enriquecen los puntos de vista de las grandes tradiciones teóricas.
El pensamiento occidental de la TRI invade este campo específico de las Ciencias Sociales por un lado, por otro, ésta occidentalización lleva a una especie primero de eurocentrismo, luego un anglocentrismo en la forma de leer la cosmovisión del mundo. Es decir, los comportamientos de los estados se explican a partir de una óptica meramente occidental, dependiendo de donde se localicen las hegemonías del momento, dejando a un lado visiones o metodologías, que pudieran existir en otras regiones del globo. Esta óptica occidental se cobija en los clásicos de las ciencias sociales en sus múltiples disciplinas (Marx, Weber, Durkheim, Gramsci y Parsons, principalmente). Ya como teoría, con el andamiaje epistemológico de un discurso especializado y el gran aporte de los teóricos internacionalistas del vuelo de Kenneth Waltz, Hedley Bull, Ernest. H. Carr, Raymond Aron y Alexander Wendt entre otros; la TRI adquiere una connotación científica y objetiva, que explica las variadas conductas de los estados en su acercamiento o distanciamiento con sus similares.
La epistemología de las ciencias sociales es simultánea dualista y monista-pluralista, según la perspectiva que se adopte (Giménez 2004). Entonces el corpus teórico de la TRI, adquiere una riqueza fenomenal, una serie de conceptos y reflexiones que le permite indagar los comportamientos de los estados-nación, su desarrollo interno y el impacto hacia el exterior.
Los avatares históricos de principios del siglo XX, son el marco de referencia teórico-práctico de la TRI, lo que explica científicamente las redes y actitudes político-económicas de un estado o estados en relación a otro (su práctica guerrerista, diplomática, comercial, de dominación o supeditación). Así al darse el conflicto de la primera guerra mundial en Europa, el historiador británico Ernest. H. Carr aborda en su libro La crisis de los veinte años, planteamientos que se sitúan entre el idealismo y el realismo, los dos puntos de vista antagónicos en su perspectiva del análisis internacional. Carr explica de cómo el paradigma idealista en el conflicto de la primera guerra mundial fue realmente catastrófico, al no tomar en consideración las situaciones reales del conflicto, sus causas y consecuencias. El idealismo al tratar de observar los hechos a partir de una filosofía política de lo moral, donde se cree que la ética política reflejada en el derecho internacional y en los tratados internacionales podía detener el proceso bélico, fue realmente errático. En este análisis de Carr toma en consideración la experiencia europea basada en su historia política; la paz de Westfalia , pero también en una teoría del conocimiento que tiene sus raíces en un Hegel, Kant y Marx.
El anterior y breve marco referencial de la TRI en occidente, es el punto de partida para explicar entonces el ascenso actual de la República Popular China, su incrustación paulatina en un escenario internacional institucionalizado, donde China pareciera ser, está dispuesta a respetarlo y adecuarse a sus normas y expectativas ( Ikenberry, 2008).
El siglo XXI, inicia con problemáticas de toda índole heredadas del siglo XX. La pobreza, la ausencia de democracia en varios países, el narcotráfico y la escasez alimentaria, son los principales puntos en conflicto que ahora están en debate, sin embargo aunado a lo anterior, también se perciben un conjunto de circunstancias que tienen que ver con el medio ambiente, el calentamiento global, que ha pasado de ser un factor meramente ambiental, a un componente muy ligado a la seguridad nacional y a la seguridad del planeta. Por otro lado la conformación de un mundo interdependiente que trasciende lo internacional y se convierte (parafraseando a McLuhan) en una aldea propiamente global, donde las relaciones comerciales han adquirido un perfil si no novedoso, si muy dinámico con modelos de integración e intercambio entre los estados, dignos de un análisis concienzudo.
En este contexto que en ocasiones parece un gran puzzle geopolítico, la práctica de las relaciones internacionales ha sido transformada por varios factores. Entre ellos, una reconformación de la geografía mundial iniciada en las últimas décadas del siglo XX (desaparición de la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia y el nacimiento de varias repúblicas balcánicas y caucásicas) que obliga a replantear postulados, doctrinas y conceptos sobre la TRI, como el de política, o el mismo concepto de Estado como ente organizacional de las sociedades. Pero también asistimos a nuevas problemáticas de las relaciones internacionales, sustentadas no solamente por las actuales fronteras mundiales y su fenomenología, sino por otros elementos que han dado como resultado una paranoia colectiva mundial: el terrorismo.
El siglo XXI y el fenómeno de la globalización, traen como consecuencias el re-nacimiento de nuevos actores sociales internacionales, que exigen rediseñar, analizar y contemplar un escenario diferente al anterior siglo XX. Sobre todo a raíz del posicionamiento de ciertos países asiáticos en la arena mundial. El comercio internacional por un lado, la tecnología en un mercado dinámico y la urgente necesidad de estos países por alcanzar posiciones estratégicas, hacen que países como China, Corea del Sur, Taiwan, Singapur, Malasia, Tailandia, Indonesia incluso Viet-Nam, obviamente Japón, cumplan un papel muy diferente al que tenían en un pasado reciente.
El caso de China resulta sumamente importante, por tratarse del país más poblado de la tierra, con una gran tradición cultural, un pasado histórico cercano bastante interesante (todo el proceso del maoísmo autoritario), poseedor de un inquietante plus de tecnología, un ejército disciplinado y numeroso, sumando el actual proceso de industrialización y protagonismo como nación nuclear. Esto convierte a China en un objeto de estudio muy amplio, donde la visión occidental tiene que ir más allá de esa perspectiva centrista y de alguna manera, empatizar con tal objeto de estudio, con el fin de comprender mejor el complejo mecanismo sistémico chino. Bajo esta semblanza se abren nuevas propuestas para explicar las tendencias de las relaciones sino-occidentales, que tienen como pretensión hacer una evaluación de cuál será el comportamiento chino en el escenario del siglo XXI, dimensionar globalmente su presencia en los foros internacionales, en su zona geográfica de influencia y en el comercio internacional, sin ignorar una re-configuración política al interior de la misma sociedad china y sus posibles repercusiones hacia fuera.
Este trabajo pretende al menos describir en lo básico el ascenso chino, que se refleja hoy en su despegue económico internacional protagónico y en el crecimiento acelerado de una numerosa clase media, dispuesta a consumir lo que se le antoje, enfatizando en la política exterior china como antecedente histórico y como presente.
Breve semblanza del pensamiento de la filosofía política china
De principio, para exponer el fuerte aislacionismo de China en relación al occidente en un largo periodo, su concentración de poder central que tiene este gran país durante gran parte de su vida histórica ( casi hasta la época maoísta) y que lo hace comportase en ocasiones como un estado fuera del contexto occidental de las relaciones internacionales, puede tal vez explicarse de manera concisa, si entendemos su cosmovisión filosófico-política de gran influencia confuciana, de lo que significó el estado en la civilización china y su relación con el exterior.
El pensamiento tradicional chino, su ideología y el poder, se ven inmersos desde el principio en un sistema cerrado, de rendir pleitesía al emperador, un culto extraordinario que iba más allá del simple respeto a la autoridad. Esta centralización del poder, nublaba una visión geocultural de lo que existiera “más allá de los confines” físicos, imposibilitando cultural y políticamente “conocer” a los otros, interesarse por lo de “allá”. Entonces se construye una idea de poder absoluto, que tiene que ver no solamente con lo político, sino también con lo espiritual; dos aspectos trascendentales en el cimiento de la civilización milenaria china.
Todas las filosofías políticas de la época coinciden en señalar que en el principio todo era desorden porque los hombres tenían opiniones diferentes sobre las cosas. Fue el emperador el que impuso su voz y su opinión sobre el resto y así estableció el orden. Para la filosofía política clásica no hay lugar para el dialogo. […] Para el confucionismo el emperador es el motor inmóvil que no actúa, pero, sin embargo, todo lo demás se mueve en virtud de él.

Confucio como un personaje que invade el pensamiento chino de manera importante, no escribe, sin embargo sus grandes discípulos sintetizaron su obra en una serie de aforismos, pudiera ser esto una buena fuente tal vez especulativa, pero histórico-filológica sobre la circunstancial ausencia de escribir o definir conocimientos y conceptos, que fueran conformando a su interior una comprensión de lo chino como unidad histórica. Entonces no hubo un conocimiento sobre lo político en términos sistémicos tal como existió en occidente.
En la China tradicional, había una regla sin excepción; la alternativa al reino de la burocracia era la anarquía. La persistente estabilidad de algo que puede ser llamado funcionario es el signo mas característico de la ininterrumpida civilización china.
Bajo las subsecuentes dinastías imperiales chinas, el autoritarismo político no cambió sustancialmente, tanto el confucianismo, como el taoísmo y el budismo, influyeron bastante en la cosmovisión del mundo oficial chino, su verticalidad jerárquica y el pensamiento político derivado de esa postura, impactaron con fuerza en el conocimiento acerca del otro; minimizando lo diferente, más a lo extranjero. La tianxia, refiriéndose a lo que hay “debajo del cielo”, no es más que la prueba de la gran extensión geográfica de China y bajo esa percepción, lo único aceptado es lo que hay debajo de ese cielo; por lo general grupos étnicos diversos, aunque cercanos en algunas costumbres e idioma y religiosidad, o al menos en sus características físicas.
Geopolíticamente pues, la gran dificultad histórica del pueblo chino o de esas grandes comunidades que precisaban un espacio geográfico casi similar, fueron sus diferencias o cosmovisiones de cómo construir un gran imperio u homologar a esa enorme diversidad étnica, trayendo incluso una cadena de conflictos armados al interior de su territorio. Antes de las intervenciones europeas del siglo XIX en la llamada guerra del opio, ya habían existido grandes confrontaciones como la rebelión Taiping. Esta Rebelión fue casi una guerra civil con grandes connotaciones religiosas y sociales, que ocurrió en China entre los años de 1851 y 1864, en las que se enfrentaron las fuerzas imperiales de la dinastía Qing y el Reino Celestial de la Gran Paz de orientación cristiana, que ocupó durante el conflicto zonas importantes del sur de China. Es pues explicable que la concepción geopolítica de los gobernantes y pueblo chinos fuera muy limitada y el concepto de estado-nación no tuviera el mismo significado que en occidente. En esos mismos años en Japón, ya se había dado un desarrollo occidental bastante importante a diferencia de China, con una visión demasiado clara de cual sería su papel en el mundo, al menos en la región asiática, de ahí su posterior intervencionismo imperialista en Asia.
Así pues esta cosmovisión tradicional china, de alguna manera influye en la subsecuente posición cerrada o tímida de una China del siglo XX, que buscaba a la vez modernizarse y abandonar sus antiguos vestigios dinásticos-confucianos. La frágil república de Sun Yan Tsen en 1912, se ve interrumpida por la invasión japonesa, con el tiempo los japoneses son derrotados y Mao tomaría el poder, lanzando a los nacionalistas chinos a la Isla de Formosa (Taiwan).
Antecedentes de las relaciones internacionales en la China contemporánea.

La época maoísta, sienta las bases de una China potencialmente militar, el Gran Salto hacia Adelante de 1953, provoca en los chinos la posibilidad de sacar la producción agrícola-industrial sobre bases de esfuerzo popular y la dirección autoritaria del Partido Comunista Chino. La anexión del Tibet en 1953 y algunos roces fronterizos con la India, fueron indicios muy prematuros del potencial chino sobre sus vecinos. Después de la revolución cultural de 1963, simbolizando el rompimiento con la occidentalización y según ellos con el pensamiento pequeño burgués de los intelectuales, para implementar de una vez por todas el modelo maoísta, China se vio sumergida en una realidad internacional marcada por la guerra fría, donde la bipolarización Estados Unidos de Norteamérica vs URSS, se caracteriza por disputarse los escenarios mundiales de forma más o menos equilibrada, haciendo uso del terror de la paranoia nuclear y de su hegemonía económica-militar en sus respectivas áreas de influencia. Asimismo el conflicto coreano, había colocado a China con su apoyo a Corea del Norte, como un país potencialmente peligroso, instigador ideológico de los movimientos revolucionarios de tendencia maoísta en el tercer mundo, ejemplo, el apoyo al régimen de Sukarno en Indonesia. Luego en el conflicto de Vietnam con Estados Unidos, China apoya logísticamente y militarmente a los vietnamitas del norte y a los camboyanos del khemer rouge liderados éstos por el Príncipe pro-chino Norodom Shianouk. Por otro lado su presencia en algunos países africanos y europeos del este (concretamente la Albania agrícola de Henver Hoxa ) y su tímida estancia en la Cuba de Castro, no deja de ser preocupación para los países occidentales, que continúan estigmatizando a China, como el nido ideológico por excelencia de posibles radicalismos revolucionarios.
El aislacionismo chino hacia occidente, y el problema de Taiwán, donde los nacionalistas herederos del general Chian Kai Chek encuentran un territorio refugio con el apoyo norteamericano, comienzan a ser las principales fuentes de conflicto con una nación que empieza a adquirir importancia en el esquema mundial.
Al interior de la sociedad china como se dijo, se sientan los cimientos de una estructura social manejada autoritariamente por el Partido Comunista Chino, quien dirige las riendas del poder. Se construye y disciplina a un gran ejército popular con las posibilidades de enfrenarse a cualquier poderío occidental, que en ocasiones era más una retórica de la élite política china pero muy funcional para su manejo mediático-ideológico. Se consolida un sistema socialista basado en una agricultura y en una industrialización planificada. Ideológicamente se busca la manera de homogenizar a las masas en base a un marxismo revisado y aumentado; el famoso libro rojo de Mao, es la guía ideológico-espiritual de un hombre nuevo, dispuesto a sacrificarse por la revolución proletaria china. Para tener un control ideológico y expandir el proyecto maoísta, el sistema tradicional chino heredado del antiguo sistema tributario ancestral, se ve trastocado por un moderno proceso de descentralización, esto permitiría ir aglutinando a una nación-estado homogénea o al menos una sociedad no tan separada por lo cultural. El socialismo y su igualdad en el discurso, es el principal esquema de dominación sobre esa sociedad naciente y delineada por una visión unipersonal, pero colectivamente legitimada. La descentralización tiene un límite y se vuelve al centralismo radical, como una forma de control político y por cierto miedo a la fragmentación de la estructura social. Si bien el socialismo chino en la época de Mao robusteció un estado-nación identitario potencialmente fuerte, sus crisis alimentarias y su atraso tecnológico y económico lo convirtieron en una entidad vulnerable, aislada de occidente, pero a la vez en una sociedad sumergida en una paulatina re-construcción misteriosa y sorprendente.
El apoyo soviético a la causa china a pesar de las diferencias entre Mao y los líderes soviéticos (desde Kruschev a Brezhnev) y el respaldo de Europa oriental, consolidan al modelo chino y entre otras cosas, le permite ir perfilándose lentamente como un posible país semi- hegemónico de Asia.
El aislamiento de China se ve roto en 1971 cuando ingresa a la Organización de las Naciones Unidas, como miembro permanente del Consejo de Seguridad, conformada por los países triunfantes al terminar la segunda guerra mundial. La visita de Nixon a la República Popular China abre un hito en las relaciones internacionales de ese país y por ende a su acercamiento con los demás países occidentales. El caso de México no es la excepción, que durante el sexenio de Luís Echeverría, el gobierno mexicano eleva la relación con China a nivel de embajadas.
Con la muerte de Mao, el Partido Comunista Chino se ve en la necesidad de hacer una reestructuración de sus cuadros, pero también de construir una estrategia donde revitalice su economía interna, modernice su aparato productivo, abandone la retórica marxista-maoísta de la revolución permanente, para así adecuarse y poder incursionar de una forma más segura en un comercio internacional cada vez más competitivo. Paradójicamente a China le ha favorecido el cambio geopolítico que sufre el mundo con el fin de la guerra fría. El resquebrajamiento del bloque soviético y la desaparición de la URSS, son notables acontecimientos que juegan a favor de la gran estrategia China de expansión económica y re-apunte militar. Con la llegada de Deng Xiaoping al poder a finales de los setenta, el país sufre transformaciones estructurales, con mayor apertura y mejores posibilidades de crecimiento. Desde 1978, China inició su proceso de modernización a través del desarrollo de una burocracia y un sistema educativo moderno […] esta nueva clase dirigente ha adoptado la ideología nacionalista (Villafante, 1999).
Y es precisamente en este contexto donde la TRI china comienza a despuntar muy concienzudamente, centrándose en cual será el papel de China en el mundo y su presencia estratégica en la región. El desarrollo económico y la expansión de su comercio, posibilitan abrir el camino al análisis de las relaciones internacionales al plano conceptual. Pero una de los hechos más importantes es cómo lidiar con la hegemonía mundial, con ese actor político económico que se acomoda en el escenario mundial desde finales del siglo XIX: Estados Unidos de Norteamérica. Lo más notorio de estos cambios, es la adecuación de China a un sistema capitalista de mercado, con un discurso socialista moderado al interior de su sociedad, que ha podido entender y manejar el comercio capitalista sacándole una ventaja increíble, logrando ser aceptada como un país que entiende las leyes del mercado y dispuesta a negociar al menos desde una perspectiva occidental, con grandes potencialidades económicas al interior y al exterior. Pero también que logra comprender el satuo quo internacional, regido por normas e instituciones de creación occidental.
El despegue de China
El ascenso vertiginoso de China en el escenario mundial, se visualiza desde su misma composición geopolítica, un extenso territorio, con una inmensa población de 1 300 millones de habitantes, que tiene frontera con catorce países en un continente donde históricamente los conflictos internacionales se han dirimido con el uso de la fuerza, incluso es la región donde las armas atómicas se usaron por vez primera en la historia moderna.
De igual manera el papel histórico de China como una nación culturalmente milenaria, le dan en automático, un perfil de suma importancia en la estabilidad asiática. El mundo globalizado habilita a China detonar sus capacidades de negociación en política exterior, para otorgarle una posición más que respetable en el área asiática. Aún en los ochentas se pensaba que China era todavía un poder regional sin una política regional (Mingjiang 2007). Pero el génesis de la globalización, hace que el país se inserte en nuevas coyunturas tanto comerciales políticas e incluso de conflictos, que le permiten ir construyendo estrategias y acciones que la van ubicando en un papel mucho más relevante.
A su interior, China va ajustando su inserción al mercado capitalista con transformaciones si bien tibias en relación a la participación de la sociedad en lo político, sí abiertas a una flexibilidad en la producción y consumo, por lo general supervisadas por el estado. Comienza a nacer dentro de China un segmento social de empresarios muy significativos que con el aval estatal, le dan un giro de crecimiento a la industrialización y producción, tanto que el crecimiento anual promedio es de 9%. Entonces el dinamismo y trascendencia de la economía china, consolida y legitima el autoritarismo político de la jerarquía del PCCH. En 1980, China es admitida en el Fondo Monetario Internacional, e instaura un modelo pragmático y con intenciones de entrar de lleno a la competencia capitalista. El conflicto de Tiananmen en 1989, viene a consolidar paradójicamente el modelo chino autoritario, precisamente porque la sociedad china, en cierta forma prefirió apostarle al crecimiento económico-autoritario, que apoyar un conflicto de tintes democráticos que pudiera haber desembocado en un retroceso político y económico. La naturaleza de los lazos económicos es importante para que los intereses societales apoyen o se opongan a las metas de las políticas de seguridad de los estados (Papayonau, 2000). En 1992 el gobierno chino demuestra su capacidad atómica, con la detonación de una bomba setenta veces más potente que la lanzada sobre Hiroshima. El “aburguesamiento” del PCCH se consolida, con la entrada del segmento empresarial al Partido Comunista en el 2001.
El despegue de China se refleja en su rápido crecimiento económico, la devolución de Hong Kong ex colonia británica, le permite tener acceso a una infraestructura y cultura capitalista occidental bastante cimentada, ofreciéndole la ventaja de tener un aparato financiero muy consolidado. Deng Xiaoping fue el artífice del concepto “un país dos sistemas”, donde abre la posibilidad de mantener el sistema capitalista en Hong Kong y Macao, bajo el sistema socialista chino. Además China mantendrá el sistema capitalista en estas ciudades por cincuenta años, es decir hasta el año 2047.
Así el gran y confuso rompecabezas chino, parece ser armado casi de manera eficiente por las estrategias y políticas internas, ligadas con la política exterior china que finalmente le dan legitimidad y confianza al exterior. Tanto que el antiguo “tigre de papel” (termino usado en la retórica maoísta para definir la política hegemónica norteamericana) pasa a ser un fundamental aliado en este nuevo mosaico mundial de relaciones.
China en su protagonismo global
En la medida que la economía china desencadena la posibilidad de un comercio bastante dinámico, asimismo la coyuntura de la globalización, que como ya se advirtió encaja con el despegue asiático. Le otorga a este país la facilidad de comenzar a crear una imagen de hegemonía o al menos visualizarse como un eje de atención y atracción para sus vecinos asiáticos, pero asimismo para todo occidente. Las potencias occidentales comienzan a fomentar acercamientos de toda índole, con el afán comercial y diplomático de mantenerse más cerca de la emergente potencia y así, estar alertas de su desarrollo y competitividad.
La producción china impacta de manera negativa, en la medida que inundan repentinamente los vastos mercados internacionales de productos baratos y sin calidad, la enorme y de bajo coste mano de obra china, les da la oportunidad de producir en grandísimas cantidades y exportar sus productos que en muchas ocasiones, carecen de las normas o estándares de calidad impuestas a nivel mundial. Trastocando en más de una ocasión los mercados nacionales y a los productores de varios países en regiones diferentes del planeta. Esto obliga a los países a tener acercamientos y tratados con el gobierno Chino, para evitar estas descompensaciones del comercio internacional, sin embargo más allá de los beneficios que los países afectados pudieran tener, China ha sabido sacar un gran provecho de esta situación.
Con el ingreso de China a la Organización Mundial de Comercio en 2001, se da una progresiva institucionalización de su cooperación multilateral y dar los pasos hacia un nuevo sistema de seguridad regional (Delage 2006). Esto le posibilita ir consolidando su liderazgo en Asia de manera acelerada.
A pesar de su postura ideológica socialista, otrora enemiga mortal del sistema capitalista, ha logrado implementar una política exterior de alianzas y acuerdos comerciales. Su participación en la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), después ASEAN+3, favorece su comercio internacional en la región. China pues se convierte en la sexta economía mundial y tercera potencia comercial. (Delage 2006). La dimensión del comercio e influencia china va más allá de la región asiática y llega al África con una fuerte presencia económica. Importa del continente negro hasta el 30% del crudo que consume, la mayor parte proviene de Angola, el intercambio comercial se ha cuadruplicado con ese continente desde 2001 hasta llegar a 55 mil 500 millones anuales y más de 700 empresas chinas funcionan en África, además que ha condonado 1 500 millones de dólares de deuda africana. Por otro lado ha tenido la sensibilidad política de no herir a su ex archi rival (Estados Unidos de Norteamérica) abriendo sus fronteras a las inversiones norteamericanas y apoyando los intereses de seguridad nacional de los norteamericanos, ambos poderes se han hecho concesiones importantes, por un lado dejar a un lado por la parte norteamericana el apoyo oficial al Tíbet y clasificar de terrorismo a la resistencia musulmana uigur china, esto para poder tener el apoyo de China en la lucha anti-terrorista después de los atentados de Septiembre 11.
La crisis norcoreana, fundamentalmente por la terquedad del gobierno de Pyongyang de producir uranio enriquecido con fines militares, creó una tensión en la península coreana, donde los intereses norteamericanos y japoneses, se vieron amenazados. China aliada de Corea del Norte jugó un papel de mediador entre los países en conflicto. Esto le ha valido asegurarse un rol estratégico con los estados del área, dándole credibilidad a su responsabilidad internacional y consolidando su posible futura hegemonía.
China y su estrategia diplomática
Es sorprendente la manera en que el estado chino no solamente ha logrado un crecimiento económico acelerado, impulsando su comercio internacional y asegurado su sociedad interna, más allá de su toque represivo. Sino también la forma en que ha estructurado su política exterior, transitando de un pasado cerrado, a un presente lleno de aperturas y posiciones demasiado inéditas, pero también sorpresivamente con un conocimiento de causa de lo que sucede en la mayor parte del globo, parecería ser que los chinos han propiciado una serie de cuadro intelectuales y especialistas con amplia formación, que les facilita incursionar casi sin riesgo en la dinámica internacional. Como afirma el profesor Li Mingjiang de la Escuela de Estudios Internacionales de Singapur “en los años recientes frecuentemente los funcionarios chinos usan los términos de amistad y buena vecindad, socios, armonía, benevolencia, entendimiento”. Muestra de un discurso conciliador con un tono lingüístico occidental, que les abre paso en las negociaciones económicas y políticas mundiales, asimismo generan un ambiente de confianza de un país que permaneció mucho tiempo bajo una perspectiva demasiada incierta.
En el cierre de su XVII Congreso del PCCH en el año 2007, el presidente Hu Jintao, hizo alusión a trabajar por la armonía social y el crecimiento para satisfacer las demandas de la sociedad. Los dirigentes chinos han sabido aglutinar crecimiento y estabilidad social, aun cuando los brotes de descontento al interior de la sociedad china pueden percibirse al momento. Aún así la imagen hacia el exterior, al menos en cuanto a su arista de riqueza acelerada, es un elemento que seduce y preocupa a la mayoría de los países del mundo, sobre todo a los occidentales, que observan con recelo el tablero de ajedrez asiático y la posibilidad estratégica de que China en ultima instancia, aplique el jaque mate a los intereses estratégicos sobre todo occidentales.
Militarmente china ha tenido el cuidado de ir desarrollando una industria bélica eficiente, con el propósito de no depender del exterior, como en el pasado reciente en su relación con la Unión Soviética. Igualmente ha construido alianzas militares con sus vecinos asiáticos, abandonando la posición beligerante y actuando bajo la sombrilla del nuevo discurso militar “antiterrorista”. Es así que en agosto del 2007, participó en los ejercicios militares llamados “Misión de paz” que se llevaron a cabo en Cheliabinsk Rusia, en conjunto con sus socios de la Organización de Cooperación de Shangai (Rusia, Kasajastan, Kirguistan, Tayikistán, Uzbekistán), estas maniobras se justificaron bajo el término global de la seguridad nacional anti-terrorista.
El incremento militar chino en relación con su armamento, va de la mano con el número de soldados que posee el ejercito chino, de 2 250 000 hombres, que lo hace el ejercito más numeroso de Asia y del mundo. Aunado a que el ejército chino es una agrupación sin desgaste militar y sin haberse involucrado en conflictos internacionales (como en el caso norteamericano) le permite tener una alta moral combativa y una disponibilidad inmediata de acción.
Como dice el español Fernando Delage investigador en cuestiones asiáticas. China lo que busca es un equilibrio que le permita maniobrar con bastante amplitud en su política exterior. Pues su presencia viene a formar parte del grupo de potencias asiáticas que igualmente buscan un rol más dinámico en la región, es el caso de Japón y ahora India, por no hablar de Estados Unidos.
China en América Latina
La participación china en América Latina, ha ido aumentando paulatinamente al menos desde el punto de vista comercial. A pesar de que esta región es zona de influencia norteamericana desde la perspectiva geopolítica de la guerra fría, el proceso globalizador ha influido para que la mayoría de los países latinoamericanos, tengan relaciones diplomáticas y comerciales con la República Popular China. La política cautelosa de China es factor clave para no ofender los intereses norteamericanos, que pueden interpretar la presencia de ese país como una amenaza a sus intereses regionales.
De 2000 a 2005 el comercio sino-latinoamericano, prácticamente se quintuplicó al pasar de poco más de 10,000 millones de dólares, a 50 mmd, por otro lado China como un gran comprador de materias primas, ha motivado crecientemente ese comercio. Aunque asimismo existe el peligro de que los mercados latinoamericanos se vean inundados de importaciones baratas en detrimento de la producción nacional (Roett, 2007)
China, como parte de la APEC (Asociación de Países de Asia-Pacifico) en que del lado latinoamericano son miembros México, Chile y Perú, mantiene con estos países fuertes lazos comerciales. Asimismo es observador en la Organización de Estados Americanos, finalmente el presidente Hu Jintao ha visitado en 2004 a varios países latinoamericanos, demostrando el interés chino por la zona.
Desde un punto de vista político, varios analistas manejan la posibilidad de que el régimen autoritario chino y su influencia estatal para el crecimiento económico, sea tomada como ejemplo en muchos países latinoamericanos. Es decir conjugar el autoritarismo con las posibilidades de ejercer un proyecto de crecimiento económico. En este sentido el proyecto de Chávez, Morales y Correa, parecerían ser los modelos latinoamericanos mas cercanos a la visión china, que tuvieran la inquietud de generar un crecimiento económico con un autoritarismo político estatista de por medio.
Es un hecho que China ve en América Latina una oportunidad estratégica de mercados, en el norte de México por ejemplo, existen maquiladoras de origen chino. América Latina representa para China una región con grandes ventajas económicas más que de seguridad nacional, una zona geográfica donde puede extender no solamente su relación comercial sino asimismo su rica tradición cultural. De todas maneras en esta carrera vertiginosa por ganar hegemonía, estar cerca de su aliado-rival Estados Unidos de Norteamérica, puede verse también como un reto táctico en la medida en que cada quien se mantiene cerca el uno del otro.
A pesar de la creencia generalizada de que “lo hecho en China está mal hecho”, existen miles de productos chinos en varios hogares latinoamericanos, que cada vez obliga a hacer la reflexión sobre el futuro de una nueva hegemonía por desarrollarse en los próximos diez años. Finalmente el interés por los estudios asiáticos en varios países y localidades del mundo, van cada vez en aumento.
Retomando a Raymond Aron cuando afirma que la política exterior de los estados es una política de poder y deben su existencia más que a ellos mismos y sus aliados. China va en esa lógica de su política exterior, consolidar su poder económico, edificar lazos de amistad pero con interés estratégico, de forma conciliadora, ampliar su capacidad de eficiencia militar y fortalecer mediante cierto bienestar a su sociedad civil. Pues este nexo sociedad-estado es el pilar fundamental de la legitimidad política que consiga a su interior y que finalmente, se ve reflejado hacia el exterior como un país estable.
Conclusiones
En este mosaico de ideas, China aparece como la gran potencia por venir, con una cultura no occidental, o mejor dicho una potencia asiática con probabilidades de hacer un modelo hibrido de sistema social o de cultura, una mezcla entre occidente y oriente. Así, la TRI del futuro necesita incursionar en un conocimiento de este nuevo modelo-mezcla, es decir un método de búsquedas de objetos de estudio en cierta forma inéditos, para tener mejores formas e instrumentos de análisis, posibilitando acercamientos más certeros y científicos de la realidad internacional.
La complejidad del mundo moderno, regiones con interacciones o intereses sumamente fragmentados, el problema de la xenofobia, calentamiento global, del VIH, la hambruna mundial, de la otredad como cultura del rechazo al sujeto diferente a uno, puede encender la hoguera del conflicto internacional, pues en esta reconformación de la que hablábamos al principio, cada país, región y grupos sociales, hacen uso de la fuerza que poseen (económica, militar, hidrocarburos, terrorismo) y dejarse escuchar en un momento dado; pero perturbando intereses de otros estados o alianzas de estados.
China como poder, construye su entramado hegemónico, a través de intereses, acuerdos y re-tomando incluso formas de producción demasiado capitalistas. Parafraseando un concepto de Marx, China re-inaugura un modo de producción asiático moderno, donde las reglas capitalistas se han mezclado con un socialismo sui generis, o con los llamados asian values, iniciando tal vez un capitalismo de nueva era, no democrático- burgués, sino un capitalismo-autoritario, acomodado a una cultura milenaria, donde lo mejor de ella, se adecua a esta posibilidad autoritaria de producción.
La occidentalización hibrida de China parecería ser el camino de esta nación, sin embargo podemos hacer una lectura diferente, la “asiatización” del capitalismo que podría ser la otra posibilidad. Al menos como una hipótesis prospectiva de lo que puede venir posteriormente. Lo importante en estar pendientes de este coloso asiático, es comprenderlo mejor como futura potencia mundial, preparase para irlo desmenuzando ontológicamente hablando. Los países como el nuestro, necesitan ir creando cuadros de especialistas que ayuden a comprender más la fenomenología asiática y mejorar nuestras relaciones diplomáticas y comerciales concretamente con China y por supuesto con el resto de Asia, pero también estar listos para posibles eventualidades estructurales, tanto al interior de su sociedad como al exterior, pues indudablemente impactarán en el resto del mundo.
Como epílogo, en el marco de las Olimpiadas de Beijing, China se enfrentó con el terrorismo. El costo de asumir una hegemonía con un estilo autoritario en una región no precisamente democrática, indudablemente tendrá un costo político y social bastante alto, pero también el éxito de las jornadas deportivas nos dice mucho sobre sus recursos y la eficiencia en su organización político - social, hay que estar atentos.



Bibliografía
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