domingo, 14 de diciembre de 2008

UNA VISIÓN DEL DEPORTE Y LA PARTICIPACIÓN FEMENINA







Una visión social, política y cultural del deporte y la participación femenina.

José Roberto Hernández Fuentes

Introducción

La objetividad de las diferencias entre lo masculino y lo femenino radica en el aspecto biológico del individuo, mientras que en las dimensiones principalmente sociológicas, psicológicas y culturales, el ser humano ha ido estableciendo a través de la historia las distinciones en cuanto a capacidades físicas e intelectuales entre hombres y mujeres, asimismo se han delegado y aceptado roles sociales que condicionan el accionar y el tipo de actividades correspondidas tradicionalmente a cada género. Partiendo de ésta premisa, queda claro que en el espacio sociocultural de desenvolvimiento humano, tanto el hombre como la mujer mantienen un estereotipo transmitido generacionalmente que los ha estigmatizado al aceptar y someterse a dicha situación social. En este sentido, la mujer se ha visto en una arbitraria desventaja sociohistórica, pues al analizar su desarrollo como persona y poniendo énfasis en el proceso de socialización, se observa que desde la infancia a la mujer se le relaciona directamente con simbolismos que denotan una clara subordinación ante el hombre, partiendo desde la marcada diferencia en los colores de la vestimenta, como lo son el azul para el niño y rosa para la niña, los cuales traen consigo significados de fortaleza y sutilidad, hasta actividades que dan soporte en términos materiales y morales al hombre.
A raíz de este tradicional proceso primario de socialización, la mujer poco a poco va construyendo una identidad femenina que presupone un distanciamiento de las características psicosociales del género masculino.
Al aceptar una preestablecida capacidad física inferior, la mujer muestra aptitudes menores para la resistencia y las competencias físicas, sin embargo, esto se justifica con la peculiar atribución histórica de éstas dos características al hombre, conduciendo al género femenino a desarrollar sus capacidades con mayor aptitud para la creatividad, la intelectualidad y la sensibilidad.
Existen dentro del terreno cultural espacios en donde la hegemonía masculina ha dominado a través de los años y donde la participación femenina ha sido casi nula, tal es el caso específico del deporte en todas sus vertientes. Así como en los demás ámbitos de la vida cotidiana del ser humano se han planteado diferencias biológicas, psicológicas, sociológicas y culturales entre hombres y mujeres, el aspecto deportivo no es la excepción. Ya que la práctica del deporte exige una condición física en donde se ponga a prueba la capacidad de resistencia y la durabilidad de la competencia, es decir, el rendimiento, aspectos tradicionalmente “propios” del hombre, la mujer dado sus características identitarias y socialmente establecidas fue durante mucho tiempo excluida de éste ámbito cultural. Además de este paralelismo contrario en el sentido deportivo, la cuestión del interés por el deporte tiene variaciones según el género en el cual se ubique la persona; dado que la competencia deportiva ha sido dominada por los hombres desde sus inicios y que la participación de la mujer ha sido obstaculizada y limitada, las féminas han sufrido un desanimo que sumado al estereotipo que socialmente se le ha impuesto, ha llevado a muchas de ellas a no tener un interés por la práctica del deporte en un sentido de competencia formal. Siendo así, la mujer ha tenido la necesidad de visualizar el deporte desde otra perspectiva, es decir, ya no buscando una aceptación dentro del sistema deportivo de competencias oficiales, sino relacionando el deporte con la concepción de una buena imagen corporal; el deporte como una herramienta utilizada para la belleza. Esta perspectiva ha contribuido al crecimiento de la industria de la belleza, que con la invención e innovación de productos de soporte deportivo ha ampliado su ramo y a la vez generado un apoyo técnico en el nuevo instrumento de belleza que ha tomado la mujer. Los deportes en lo que se observa una mayor participación femenina son el fitness, la danza, gimnasia y trote; en estos, el aspecto deportivo no hace énfasis en la competencia, sino que se enfoca en el mejoramiento del aspecto físico que conduce a una buena imagen corporal.
Siguiendo ésta lógica, podemos hablar de que el éxito deportivo se interpreta de diferente manera entre hombres y mujeres. La finalidad o el objetivo que se persigue en una competencia deportiva entre individuos del sexo masculino es la victoria ante el rival mediante un rendimiento adecuado, interpretando el éxito deportivo en el resultado que se obtenga frente al oponente, mientras que por el lado femenino la idea del éxito deportivo se concibe en el dominio de la técnica y las capacidades físicas y, a su vez en el reflejo que se tiene en el mejoramiento personal y corporal de la mujer.
En pocas palabras, este ensayo resaltará la controvertida relación entre la mujer y el deporte, destacando los aspectos sociales, políticos y culturales de la participación de la mujer en el ámbito deportivo.

Antecedentes

No se sabe a ciencia cierta si la mujeres participaron en alguna competición deportiva en los Juegos Olímpicos de la antigüedad celebrados en lo que hoy conocemos como Grecia, existen rumores de que no sólo no participaban en las competencias deportivas, sino que además de esto se les prohibía la entrada a los estadios. Pese a esto, las mujeres organizaban y realizaban sus propias competencias deportivas tres semanas previas o posteriores a la inauguración de los Juegos Olímpicos en honor a la diosa Hera esposa de Zeus. “Estos juegos llamados Hereos, incluían carreras a pie para doncellas, no todas las participantes eran de la misma edad, primero corrían las más jóvenes, luego las que le seguían de edad y por último las de edad más avanzada; el estadio era más pequeño que el estadio olímpico, la vencedora recibía una rama de olivo y una parte de la vaca sacrificada a Hera”. La práctica deportiva por parte de las mujeres en sus inicios (tiempos de la antigua Grecia) era totalmente al margen de los hombres y así se mantuvo durante mucho tiempo, la participación de la mujer en el deporte estaba prácticamente prohibida o encontraba siempre muchos limitantes. Fue hasta principios del siglo XX cuando se dio la primera participación oficial de la mujer en competencias deportivas, esto al margen de la celebración de los Juegos Olímpicos celebrados en Estocolmo en el año de 1912 para ser precisos, sin embargo, esta participación del género femenino se llevo a cabo sólo en las pruebas de natación. “En 1921, unas asociaciones deportivas de mujeres organizaron una Olimpiada de mujeres en Montecarlo, para manifestar su disconformidad con los organizadores de los Juegos Olímpicos” , repitiéndose esta celebración en los años 1992 y 1923, lo cual ejerció presión dentro del Comité Olímpico Internacional que los llevo a tomar la decisión de ampliar el cupo de mujeres en los próximos Juegos Olímpicos, que en ese tiempo se celebrarían en la ciudad de Ámsterdam, Holanda, en el año de 1928.
Esta ampliación de pruebas deportivas en las cuales se aceptaba la participación de las mujeres correspondía a competencias tales como los 100 metros planos, 800 metros planos, relevos 4*100, salto de altura, lanzamiento de disco (1kg), tenis, tiro con arco y natación. Cuatro fueron las razones fundamentales por las cueles no se les permitió a las mujeres probarse en otras disciplinas deportivas, 1) la creencia de que las practicas deportivas no eran compatibles con la maternidad, 2) la consideración de algunas practicas deportivas como agresivas y violentas que van en contra del estereotipo femenino, 3) la importancia de los roles sociales básicos de la mujer, esposa y madre y, 4) la tan discutida inferioridad que se le atribuye a la mujer en el aspecto biológico.
Luego de librar una dura batalla en contra de la apropiación del deporte por parte de los hombres, el género femenino ha logrado tener éxito en la participación de las mujeres en todas y cada una de las disciplinas deportivas, dejando de lado argumentos arcaicos y tradicionalistas que se oponían a la apertura deportiva en cuanto a género.
El aspecto sociocultural y político de la relación mujer y deporte
El deporte como se le conoce y se practica en la actualidad, con aspectos normativos y reglamentados que promueven el “juego limpio”, es propio de sociedades contemporáneas, su nacimiento, crecimiento y desarrollo se genera a raíz de la evolución de la urbanidad y el crecimiento industrial, estas características envuelven ciertas circunstancias en las cuales los integrantes de una determinada sociedad se ven afectados por la nueva dinámica laboral que los enajena a tal manera que los pocos tiempos libres con los que disponen son muchas veces sinónimos de ocio. Sin embargo, la popularidad que se ha ganado y con la que cuenta actualmente el deporte en todos sus niveles y vertientes en la gran mayoría de los países, ha propiciado en las personas un interés por relacionarse con el ámbito deportivo, ya sea en términos de recreación o bien de representación.
En una mayoría considerable de las sociedades del mundo, principalmente en las occidentales, el deporte es un elemento cultural que cobra relevancia en el estilo de vida de las personas, éste aspecto cultural no sólo se proyecta en una determinada practica deportiva profesional o amateur de los individuos, es decir, como una forma de recreación utilizada para invertir de la mejor manera el tiempo libre y a su vez mejorar la salud y el bienestar personal o, dedicarse completamente a una disciplina deportiva como forma de ganarse la vida, el fenómeno social en el ámbito deportivo también se presenta y refleja en el apoyo fervoroso y sin condiciones hacia alguna representación deportiva de la ciudad donde se habita o se nace. Y es aquí, donde se pueden observar y analizar algunas de las principales funcionalidades del deporte que se manifiestan en el logro de resultados dentro de una institución deportiva o también en el simple hecho del entretenimiento del espectador. “El deporte constituye una de las manifestaciones más genuinas del sistema social imperante, cuya función reside en su capacidad para integrar en él a multitud de personas que socializan a través de su práctica” . En estas palabras podemos encontrar la función social fundamental del deporte en general, ya que a nivel cultural éste podría ser el único elemento que sea capaz de reunir, integrar y solidarizar a la sociedad. Por otro lado y, aunado a esta integración social el deporte es una importante ayuda para la constitución de una identidad, de tal manera que esta identificación con el prójimo lleve a cerrar líneas y propicie una tolerancia a las diferencias culturales y sociales que en otros sentidos se pueden generar. Sin embargo, estas características solidarias e identitarias del deporte se han visto distorsionadas en algunas de las disciplinas deportivas más populares en el mundo; hablando específicamente del fútbol, hemos sido testigos de hechos radicalmente violentos en diferentes países que atentan contra la verdadera esencia, no sólo del fútbol como disciplina deportiva, sino del deporte en general que promueve exactamente todo lo contrario a estas situaciones tan desagradable e inhumanas, es decir, tenemos ante nuestros ojos la utilización política del deporte, “la manipulación política del deporte como espacio para la transferencia de mucha violencia reprimida, de mucha frustración social acumulada” . En este sentido, el deporte ha encontrado su lado oscuro, el de la división social, el del fanatismo radical y enfermizo que no genera más que agresiones violentas e inclusive fatales en las canchas y tribunas de los estadios en donde se dice, se lleva a cabo el fair play. Tenemos aquí, una visión conflictiva del deporte mundial, aquella que es causada por la intolerancia y la discriminación, por la no aceptación de que existen personas de otro origen, de otra perspectiva, de otro sentimiento y por lo tanto con un apoyo ha aquello con lo cual se identifican, en este caso, con el club deportivo de su preferencia. “El deporte, lejos de significar un pasatiempo inocuo e intrascendente, es una más de las claves sociales que nos permiten comprender el origen y evolución de los tiempos modernos” , una evolución que lleva consigo síntomas de segregación ya no sólo en términos socioeconómicos o clasistas, sino también una segregación cultural que nos ha llevado a una intolerancia descomunal en donde la humanidad ha visto perdidos sus principios de pacificación. Esto me conduce ha reflexionar sobre la perspectiva que la sociedad tiene acerca de la participación de las mujeres en el ámbito deportivo en los tiempos modernos. Desde sus inicios, la mujer ha tenido muchos limitantes y obstáculos que le impiden de manera grotesca y arbitraria su participación formal u oficial en el deporte; éste fenómeno discriminatorio se ha argumentado con el planteamiento de diferencias que van desde la dimensión biológica, hasta terrenos sociológicos, políticos y culturales, lo cual, sin lugar a dudas lleva una carga psicológica demasiado fuerte y arraigada sobre y en la mujer. Además, la práctica deportiva se torna selectiva en términos de clase social, pues existen actividades deportivas como el tenis, el golf, el esgrima entre otros, que debido a su tinte elitista no están al alcance de cualquier persona que deseé practicarlas, por lo tanto, ésta estratificación social del deporte se vuelca a las exigencias económicas y de estatus social que caracterizan a ciertas disciplinas deportivas. Pese a esto, la mujer no ha descansado en su intento por lograr la igualdad entre los géneros que le permita desarrollar capacidades que le han sido limitadas a lo largo del tiempo, ésta dura batalla en contra de la represión femenina ha tenido sus fundamentos en dos de los movimientos y fenómenos sociales más importantes que han acontecido a la humanidad, “las doctrinas ideológicas y políticas que inspiraron la Revolución francesa y los cambios económicos y sociales producidos por la Revolución Industrial también sirvieron para establecer las bases de los movimientos feministas que, ha lo largo de los siglos XIX y XX, han venido luchando por los derechos de la mujer y por su emancipación” . A través de estas luchas de causa justa por parte de las mujeres, se ha venido generando una flexibilización social que se ha visto reflejada en la apertura de muchas puertas en sectores socioculturales y sociopolíticos para las mujeres, un ejemplo claro del éxito femenino en su lucha por la igualdad de género es la participación de la mujer en todas las disciplinas deportivas oficiales existentes. Volviendo a los terrenos de la funcionalidad del deporte, ahora si es posible darle una credibilidad objetiva al la función social general del deporte, cuya premisa fundamental es la integración y solidarización de la sociedad en general, incluyendo esto una igualdad de género que en el ámbito deportivo ha traído consigo grandes éxitos y más popularidad hacia el deporte en el sentido mundial del término. Es decir, el deporte ha perdido la hegemonía masculina y ha englobado su practicidad a través de la igualdad de género, lamentablemente excluyendo de esto a aquellas sociedades en donde el papel de la mujer aún sigue siendo inferior y su participación limitada, como es el caso de los países medio orientales.
Esta plena participación de las mujeres en los deportes no sólo ha generado en ellas una perspectiva de competencia oficial, sino que le han dado otra finalidad. Gran parte de la identidad femenina esta llena de simbolismos que resaltan su belleza, esta condición a propiciado la invención de productos que contribuyan a aportar aditivos extras que permitan a la mujer exaltar sus características físicas mediante la utilización de cosméticos específicamente.
Esta imagen superflua y característica de la mujer no sólo se basa en la utilización de cosméticos para mejorar su apariencia, tengamos en cuenta también la importancia que para ellas (y ellos) tiene una figura esbelta del cuerpo, un delineamiento corporal tal cual lo marcan los estándares de belleza emitidos por los grandes emporios de esta industria, y una de las herramientas tomadas seriamente en cuanta para dar forma esa promisoria belleza corporal es nada más y nada menos que la actividad deportiva. En este sentido, las disciplinas deportivas más practicadas son aquellas que están enfocadas a la salud y bienestar corporal, actividades tales como el fitness, el gimnasio, el trote, ciclismo y la danza.
En una cultura donde cobra tanta relevancia una buena imagen personal, los fundamentos culturales tienen un sentido estético importante. Las creencias, las ideas, los valores, en fin, los patrones culturales que se siguen, fomentan conductas y comportamientos que establecen los grandes grupos dominantes a través de sus dos principales armas, los medios de comunicación y la globalización, vías que les permiten llegar a cualquier lugar del mundo sin la necesidad de estar e interactuar mediante una presencia física. Esta mercantilización del deporte desde sus aspectos técnicos e instrumentales hasta la creación de estereotipos deportivos fuera de serie, poco a poco va generando cambios en la esencia cultural deportiva; esas creencias, ideas y valores característicos del deporte en el cual se fomentaba la idea de la salud física y mental, el bienestar personal y el entretenimiento familiar, se han visto distorsionadas por la politización y mercantilización del sistema deportivo, cuyos principales objetivos pueden ir acorde a una distracción que evada problemas sociales de trascendencia política (la participación ciudadana) y a su vez objetivos de índole meramente económica. De esta manera, la mujer cobra gran importancia para los propósitos políticos e industriales, ya que el éxito obtenido por ellas en el ámbito deportivo ha rebasado los limites y superado cualquier obstáculo que se les halla impuesto, por tal motivo, éste triunfo de la mujer en espacios que se consideraban dominados y propios de los hombres, ha conducido a una relación entre mujer y deporte que en principio se consideraba prácticamente imposible de funcionar, y que a pesar de esas diferencias objetivamente biológicas, la igualdad socio-político-cultural entre los géneros (hombre y mujer) ha dado como resultado una comunión éxitosa en todos los sentidos, aspectos y dimensiones entre la mujer y la practica deportiva.



Conclusiones

Los triunfos y éxitos logrados por el género femenino en los últimos tiempos, han dejado en claro que ese estigma de “sexo débil” ha sido borrado sino totalmente, si en gran parte de la constitución de la mujer moderna; el papel del hombre en esta nueva y positiva situación debe sufrir un cambio en su conducta y comportamiento, que permita una mayor flexibilización al nuevo modelo de mujer que se esta presentando, para así poder contribuir a la apertura de nuevas vías por las cuales las mujeres pueden poner a prueba sus capacidades y potencialidades, sin el obstáculo problemático de la resistencia al cambio por parte del género masculino. Cuando se logre esto de manera total, estaremos llegando a un punto de madurez humana en donde las diferencias socio-político-culturales entre hombres y mujeres dejaran de ser objeto de tensión y a su vez quitaran el freno que impide un desarrollo ecuánime, justo y solidario para la humanidad.


Bibliografía

Calderón, Emilio, Deporte y límites, Ed. Anaya, Madrid, España, 1999.

García, Ferrando, Manuel, et.al. Sociología del deporte, Alianza editorial, Madrid, España, 1998.

Suárez, Orfeo, Los Cuerpos del poder, deporte, política y cultura, Ed. Casiopea, Barcelona, España, 2000

Elias, Norbert y Eric, Dunning, Deporte y ocio en el proceso de la civilización, Fondo de cultura económica, México D.F, 1986.

Dunning, Eric, El fenómeno deportivo, Ed, Paidotribo, Barcelona, España, 1999.

1 comentario:

WCM Claudia Munoz dijo...

Mi blog apoya la vision del deporte y participacion femenina.

WCM Claudia Munoz Robles
5to de primaria

campeona del continente
campeona nacional
finalista premio estatal del deporte

www.chesscampeona.blogspot.com